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viernes, 22 de junio de 2012

El Jardín Del Conocimiento.

Dios Dijo:

Amado mío, el conocimiento tiene sus límites. Tan pronto como sabes algo, ya está todo listo, lo das por terminado, has hecho un círculo completo y lo has incluido dentro. Cuando mantienes un círculo completo, dejas afuera otras posibilidades.

Me gustaría hablarte de las virtudes del no saber, de las recompensas de dejar una pregunta abierta, dejándola crecer ampliamente abierta. Dejándola llenarse de sí misma en lugar de con respuestas. Las respuestas son claras y ordenadas. Terminan en un punto. Un signo de preguntas nos abre a grandes posibilidades. Hay temas de los cuales nunca se dice la última palabra. Si hay una última palabra, es Dios. Sin embargo, Dios es la primera palabra también. No hay ningún medio en realidad. La palabra "Dios" lo abarca todo. El vasto campo del saber interior no abarca el intelecto. Al intelecto le gustaría jugar en el mismo nivel, pero el intelecto simplemente no puede elevarse lo suficiente. No puede jugar el gran juego. El intelecto sirve en su propio territorio, pero este territorio tiene fronteras. El intelecto no es un jugador lo suficientemente grande. Le damos mucho mérito al intelecto pero no puede ir muy lejos. El intelecto en realidad no quiere derribar puertas. Solo quiere recoger todos los prolijos paquetitos de información y luego cerrar las puertas.

El saber interior, en contraposición al simple conocimiento, deja las puertas abiertas de par en par. Podemos decir incluso, que este saber interior elimina totalmente las puertas. Por su naturaleza, el intelecto debe hacer divisiones. El intelecto desea chocar contra algo. Desea límites. Tener fronteras o límites claros, algo así como en un jardín francés. Muy lindo y cómodo para caminar por él, pero muy estandarizado en su formato. Sería muy fácil hacer un mapa de un jardín tan racionalizado.

El Jardín del Saber es un poco salvaje. Podría considerarse muy salvaje por algunos. Es un jardín de Maravillas. Tiene un plan. Sigue un patrón, pero uno tan salvaje que el intelecto no puede capturar, no puede poner su dedo en él. No puede hacerse un mapa de este jardín, ya que es un mapa que tendría que ir cambiando ante tus ojos de acuerdo a tu expansión de conciencia. El Jardín del Saber es un jardín de Sorpresas. Está lleno de sorpresas, una tras otra. Te quedas boquiabierto, impresionado. No hay nada que lo rodee. No hay arriba, no hay fondo, no tiene lados, no es medible, y sin embargo es un jardín de esplendor, este jardín inconmensurable de saber interior.

Tú has estado aquí. Tú has vivido aquí en este jardín de saber interior. Está siempre disponible para ti. Puede que no sea perceptible para ti, y sin embargo tienes más conciencia de él que conocimiento. De vez en cuando algo te parece familiar. Haces una respiración profunda, y luego se te olvidó qué era lo que parecía familiar. Entonces te quedas con sólo el pensamiento de que algo estaba. Casi que tenías palabras para ello, pero las palabras se volaron, y el pensamiento voló fuera de tu alcance. La familiaridad puede muy bien estar más allá de las palabras.

¿Cómo describir un sonido en palabras? ¿Cómo describir lo que está en lo profundo de vuestro corazón? ¿Cómo describir lo indescriptible? Puedes no ser capaz de describirlo, pero puedes saberlo. Es como un latido de tu corazón, o como que tu corazón ha saltado un latido. Y, sin embargo lo que realmente se ha saltado es el intelecto. Estás saltando justo sobre él, y pasando a esta tierra de descubrimientos, donde el intelecto no puede seguir.

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